Los desiertos cálidos se
encuentran situados en torno a los trópicos, junto a las corrientes
marinas frías y en zonas continentales alejadas de la influencia del
mar.
La actividad geológica, el viento y la altitud crean diferentes tipos de desierto
El desierto más habitual es el de
arena que se caracteriza por la presencia de dunas.
Aunque también hay desiertos
pedregosos, que combinan la arena, la piedra y algunos macizos
rocoso.
En los desiertos, las temperaturas son
muy altas durante todo el año.
Además, se dan grandes
oscilaciones térmicas entre el día (muy caluroso) y la noche
(fría). Las lluvias son escasas (inferiores a 250 mm anuales) e
irregulares, ya que se concentran en algunos meses del año.
Asimismo, en los desiertos la sequedad
del aire es extrema (la humedad máxima del aire suele ser del 50% y,
a veces, sólo alcanza el 20%). El aire seco tiene gran capacidad de
evaporación, reseca la tierra y absorbe rápidamente el agua de la
lluvia.
En los desiertos cálidos, debido a la
escasez de precipitaciones y a la sequedad del aire, que permite la
evaporación del agua con rapidez, no hay cursos de agua permanentes.
En algunos desiertos se pueden
encontrar uadis, que son cursos de agua que permanecen secos la
mayor parte del año. Sólo llevan agua cuando llueve.
En los desiertos apenas viven algunas
plantas que han conseguido adaptarse a las duras condiciones
climáticas. Sin agua y sin vegetación también son escasos los
animales que habitan el desierto.
Los desiertos son zonas poco pobladas.
Grupos de pastores nómadas viven en los límites del desierto, donde sus rebaños de cabras y camellos pastan en estepas pobres.
Grupos de pastores nómadas viven en los límites del desierto, donde sus rebaños de cabras y camellos pastan en estepas pobres.
Los nómadas se desplazan en busca de
lugares donde haya llovido y donde se encuentran pozos de agua.
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