Los griegos tenían
muchos lazos en común que les hacían sentirse miembros de una misma cultura: la
Hélade, que se asentaba sobre dos pilares: la lengua y la religión.
Todos ellos hablaban en griego y escribían con el mismo
alfabeto. Además, todos los griegos adoraban a los mismos dioses. La religión
era politeísta, es decir, existían numerosas divinidades consideradas
superiores porque eran inmortales y poseían poderes extraordinarios.
Los dioses griegos eran antropomórficos y se parecían
físicamente y psíquicamente a los seres humanos. Habitaban en el Olimpo, el
monte sagrado, y Zeus se consideraba el padre de todos los dioses.
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